viernes, agosto 26, 2011

Periodismo responsable y de calidad, posible solución al conflicto.

Estos días, me ha sorprendido la actitud que han tomado los diversos medios de comunicación con el conflicto estudiantil. Esto que comenzó como una iniciativa nebulosa de los estudiantes, ha ido mutando a pedidos sin sentido, luego se pierde de vista lo que se busca para terminar con una jornada ayer sin destino, si, sin destino ya que, se llama a marchar sin un acto central donde se refuerce el pedido. No hay un requerimiento concreto o algo sobre lo cual discutir o trabajar. Por lo tanto, no hay posibilidad de diálogo.

¿De qué vamos a hablar si no hay tema? ¿Quiénes deben hablar con quiénes?

Esta situación ha sido aprovechada políticamente tanto por la oposición como por dirigentes que no tenían figuración ni poder de convocatoria, generando un daño a la imagen país difícil de cuantificar.

Es en este punto donde estimo que los medios de comunicación, a través de sus periodistas, deben cumplir con un rol clave en clarificar e informar responsablemente lo que se está viviendo. De esta forma, tendrán más audiencia y a la vez contribuirán al desarrollo de nuestro país.

Resulta vergonzoso ver como en todas las noticias matinales del miércoles pasado, se hacían despachos en directo a las 7 de la mañana y los reporteros decían “….hasta el momento, está todo normal”. Esto, lo único que genera es incertidumbre y miedo en los que tiene que llevar a sus hijos a la sala cuna o bien tienen que cruzar toda la ciudad de Santiago para llegar a trabajar o estudiar. ¿Cuánto de lo informado fue fomentado por los propios periodistas?

Ayer fui testigo de cómo un reportero lanzaba panfletos en la esquina de Amunategui con la Alameda y le tomaba fotos en el aire. Al mismo tiempo por televisión indicaban que el conflicto y aire eran irrespirables en ese sector lo que era absolutamente falso. Sólo había una pugna entre manifestantes y encapuchados a dos cuadras al poniente de lugar y no había lacrimógenas.

Afortunadamente, no todos estos profesionales son iguales, los hay de una gran objetividad y profesionalismo.

Entiendo la necesidad de vender y de captar sintonía, pero debe hacerse en forma responsable. Creo que los periodistas deben ser el vehículo que permita delimitar claramente el conflicto, identificar a las partes, determinar su nivel de representatividad y facilitar el acuerdo. No pueden ser los que le pongan más combustible a la fogata.

Hoy tenemos demasiadas frases del tipo “hay que hacer un cambio”, “necesitamos una nueva constitución”, “educación gratis”, “salud gratis” etc etc todos sabemos que la gratuidad no existe.

Está muy “in” decir “estoy con los estudiantes”, me pregunto: ¿Con cuáles? ¿Con lo que están haciendo destrozos?¿Con los que están en paro y les importa poco que el estado o sus padres boten la plata de un año? ¿Con los que adhieren al movimiento pero que asisten a clases regularmente? ¿Con los que no adhieren al movimiento, van a clases pero creen que el sistema puede mejorar? ¿Con cuáles?

No podemos olvidar que una vez terminado el conflicto, todos convivimos en el mismo país. Cuando se daña la imagen de Chile, todos perdemos.

Van 500 Carabineros heridos, numerosos civiles heridos (menos que los Carabineros, por cierto) y un muerto. Qué esperamos que siga? ¿Cómo salimos de esto? Resulta fácil echarle la culpa al gobierno que puede presentar debilidades, a los parlamentarios que durante años no se han hecho cargo de los problemas de nuestro país, a los jueces que aplican la ley de una forma peculiar, a los activista políticos que quieren figurar, etc. ¿De qué sirve?

Es por ello que creo que una forma de enfrentar esta situación de conflicto de tal forma que se transforme en la base de un proyecto país de largo plazo, es definiendo el problema y con ello a los protagonistas para que se pueda conversar y construir. Creo que los periodistas serios tienen una gran oportunidad de facilitar esto y con ello, contribuir al crecimiento de nuestro país.

La democracia tiene la virtud de construir dentro de un esquema establecido y acordado previamente. No es el desgobierno ni el desprecio por el otro, por sus bienes o sus creencias.