Cuando observo los candidatos actuales tanto al congreso como a la presidencia, veo que el marketing de la persona está por sobre las propuestas e ideas. Lo comenta Enrique Dans en su blog y también Gabriel Bunster en su reciente post al respecto, estoy muy de acuerdo con ellos.
Nadie discute el programa, es más, la mayoría de los votantes ni lo conoce. Votan por simpatía o afinidad, presumiendo que harán en el gobierno o congreso lo que a uno le gustaría que hicieran. ¿Sómos un país tan desarrollado que no importa quién será él o la elegida y lo que haga en el futuro, ya que, da lo mismo porque sólo habrá cambio de matices?
Me parece que tenemos una carencia importante de ideas y líderes que las lleven a cabo. El mundo intelectual de nuestro país se ha ido mezclando rápidamente con el mundo de la farándula y ahora casi cualquiera que genere taquilla o rating, pasa a ser denominado “líder cultural” y potencial candidato.
Ante el más mínimo asomo de una discusión o debate de ideas, aparecen los fantasmas de los años 70, antes y después del 73, llevando la discusión a 30 años atrás en lugar de 30 años más adelante.
La tarea pendiente de desarrollo y crecimiento que necesitamos como nación, no se puede postergar. No podemos quedarnos pensando en la simpatía del postulante. Debemos innovar, generar ideas, planificar, desarrollar líderes, pensar a diez, veinte o treinta años plazo y generar nuestro proyecto como nación para Chile.
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