La discusión sobre las listas de espera en el sistema
público de salud suele centrarse —casi de manera automática— en la necesidad de
mayores recursos. Distintos gobiernos han prometido abordar esta problemática
inyectando presupuesto, el cual termina muchas veces diluido en complejas
estructuras administrativas, sin traducirse en mejoras reales para los
pacientes.
Sin embargo, la evidencia muestra que el problema no
siempre es de financiamiento, sino de gestión y diseño de
incentivos.
En particular, los pabellones quirúrgicos operan
mayormente con dotaciones cuyo esquema de remuneraciones es fijo y sujeto a horario, lo
que genera un incentivo natural a no iniciar cirugías a primera hora, ni a
asumir intervenciones que puedan extender la jornada laboral. El resultado:
menor productividad, tiempos muertos, un uso ineficiente de la infraestructura
disponible, pacientes aumentando morbilidad operatoria.
Algunos hospitales de Santiago han implementado
esquemas de extensión horaria en los que, a partir de determinada hora, el
personal recibe pagos por paciente
efectivamente operado. ¿El resultado? Incrementos de
productividad que van desde un 100% hasta un 150%.
No obstante, en varios casos estos equipos han debido protestar por atrasos en
los pagos de dichas extensiones, lo que nuevamente revela un problema de
gestión, esta vez a nivel directivo.
A primera vista podría pensarse que migrar hacia un
sistema de remuneración fija + variable
podría elevar los costos. Pero los números muestran lo contrario: cada día cama extendido supera los $300.000,
sólo en hospitalización, sin considerar medicamentos ni la carga operativa
adicional. A esto se suma el costo humano,
el más relevante: pacientes que deben esperar días en ayunas con fuertes
dolores y molestias, preparados para entrar a pabellón cuando se libere un
cupo, siempre sujetos a posibles reprogramaciones si ingresa un caso más grave.
Una experiencia dolorosa e indignante que es posible evitar.
Conclusión:
Un modelo adecuado de incentivos —que combine una base fija con componentes
variables asociados a productividad— permitiría reducir significativamente las listas de espera, mejorar la remuneración del personal,
optimizar el uso de recursos
y, sobre todo, disminuir el
sufrimiento de miles de pacientes. No es sólo un desafío
financiero: es, ante todo, un desafío de gestión.