viernes, diciembre 05, 2025

La eliminación de las listas de espera en la atención pública de salud: más que recursos, se necesita gestión

La discusión sobre las listas de espera en el sistema público de salud suele centrarse —casi de manera automática— en la necesidad de mayores recursos. Distintos gobiernos han prometido abordar esta problemática inyectando presupuesto, el cual termina muchas veces diluido en complejas estructuras administrativas, sin traducirse en mejoras reales para los pacientes.

Sin embargo, la evidencia muestra que el problema no siempre es de financiamiento, sino de gestión y diseño de incentivos.

En particular, los pabellones quirúrgicos operan mayormente con dotaciones cuyo esquema de remuneraciones es fijo y sujeto a horario, lo que genera un incentivo natural a no iniciar cirugías a primera hora, ni a asumir intervenciones que puedan extender la jornada laboral. El resultado: menor productividad, tiempos muertos, un uso ineficiente de la infraestructura disponible, pacientes aumentando morbilidad operatoria.

Algunos hospitales de Santiago han implementado esquemas de extensión horaria en los que, a partir de determinada hora, el personal recibe pagos por paciente efectivamente operado. ¿El resultado? Incrementos de productividad que van desde un 100% hasta un 150%.
No obstante, en varios casos estos equipos han debido protestar por atrasos en los pagos de dichas extensiones, lo que nuevamente revela un problema de gestión, esta vez a nivel directivo.

A primera vista podría pensarse que migrar hacia un sistema de remuneración fija + variable podría elevar los costos. Pero los números muestran lo contrario: cada día cama extendido supera los $300.000, sólo en hospitalización, sin considerar medicamentos ni la carga operativa adicional. A esto se suma el costo humano, el más relevante: pacientes que deben esperar días en ayunas con fuertes dolores y molestias, preparados para entrar a pabellón cuando se libere un cupo, siempre sujetos a posibles reprogramaciones si ingresa un caso más grave. Una experiencia dolorosa e indignante que es posible evitar.

Conclusión:
Un modelo adecuado de incentivos —que combine una base fija con componentes variables asociados a productividad— permitiría reducir significativamente las listas de espera, mejorar la remuneración del personal, optimizar el uso de recursos y, sobre todo, disminuir el sufrimiento de miles de pacientes. No es sólo un desafío financiero: es, ante todo, un desafío de gestión.


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