Se está discutiendo nuevamente una modificación al Código de Aguas. La última vez que esto ocurrió, el trámite duró 15 años. No debemos olvidar que la regulación del recurso hídrico debe permitir la subsistencia de la población y el desarrollo de la agricultura, minería e industria. Creo que es importante tener presente los siguientes conceptos que permitirán avanzar en la discusión y no quedar entrampados en discusiones políticas estériles:
- El Código de Aguas debe reconocer diferentes realidades hídricas a lo largo de nuestro país. La situación hídrica de Aysén es muy diferente a la de Atacama.
- El agua es un bien escaso y por lo tanto debe administrarse como tal, lo que necesariamente tendrá un costo político que no se puede eludir.
- Al tratarse del agua de un bien escaso, este tiene un valor, por lo que no es sostenible obtenerlo gratis.
- Deben establecerse incentivos reales para el uso del agua tratada, reciclada y desalada, a objeto de reducir la demanda por el agua en condición natural.
- La DGA debe administrar y monitorear tanto la oferta como el uso del agua.
- La DGA debe contar las herramientas necesarias para asegurar una oportuna fiscalización y la aplicación de sanciones sanción a los infractores.
- Se deben establecer mecanismos reales en la DGA que permitan priorizar tanto la tramitación como el uso, particularmente cuando se trate de agua para consumo humano.
- Se debe reformular el mercado de derechos de agua, buscando los equilibrios necesarios para el desarrollo de los diversos sectores productivos del país.
Se habla que en el futuro, las guerras serán por el agua. Si queremos ser un país desarrollado, debemos ordenar la casa.
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