lunes, mayo 17, 2010

Niños y Motos, un riesgo controlado...


Le compré moto a mi hijo, si, efectivamente, le compré moto a mi hijo. Hace un tiempo atrás escribí un post sobre lo que pensaba al respecto y aunque parezca un contrasentido, lo sigo pensando. El destino me jugó una pasada que me hizo comprar una, a pesar de todo.

Me explico, la moto en las calles, con padres que hacen la vista gorda, siguen siendo sumamente peligrosas. Lo mismo pienso de motos en playas pero, en dunas, el tema es distinto. Hace un par de años, posterior a mi post, nos fuimos a vivir a Copiapó. Curiosa ciudad en medio del desierto y a la vez en medio de un valle frondoso rodeada de valles, dunas y quebradas. Una de las principales actividades es andar en moto por el desierto, por algo ahí se corre el Dakar.

Luego de darle muchas vueltas al tema, decidí regalarle una moto a mi hijo y también me compré una para mí. A partir de ese momento, luego de juntar todo el equipo necesario, empezamos a andar por el desierto. Es realmente una experiencia inolvidable. Hoy estamos nuevamente en Santiago y las motos pasan gran parte del tiempo estacionadas, ya que, no hay muchos lugares donde ir. Ya estamos programando nuestro próximo viaje al norte con motos y equipo.

La experiencia en el norte ha sido maravillosa, pero los niños son siempre niños y realizan una constante presión para ir más allá y es ahí, donde nosotros los padres, debemos poner los límites y fijar las prioridades.

1 comentario:

Gabriel Bunster dijo...

Hola Ramón; te estoy viendo andando por el desierto, apareciendo y desapareciendo por el relieve del terreno junto a tu hijo. Experiencia inolvidable.
Bien por las motos.
Saludos